domingo, 12 de junio de 2011

No es la desgracia la que se vuelve agradable, al contrario, es la representación de la desgracia que demuestra el dominio del trauma.

Al dibujar el horror que me ocurrió, al escribir la tragedia que debí sufrir, al hacer que otros la representen en los teatros de la ciudad, transformo un sufrimiento en un hermoso acontecimiento, en algo útil para la sociedad. He metamorfoseado el horror, y, en adelante, lo que me habita ya no es la negrura, sino su representación social, una representación que he sabido hacer hermosa para que los demás la acepten y obtengan con ella alguna felicidad. Enseño como evitar la desgracia. La transformación de mi terrible experiencia podrá permitir que otros alcancen el éxito. Ya no soy el probre niño que gime, me he convertido en alguien a través del cual llega la felicidad (J.C. Grumberg, L'Atelier, 1991)

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