Nacido en Gloucester, Inglaterra, el 23 de agosto de 1849,
el poeta, editor y crítico literario, William Ernest Henley era el mayor de una
familia de seis hijos. Su padre era un librero y papelero que murió en 1868
dejando a la familia con bastantes deudas, su madre, Mary Morgan, era
descendiente del poeta y crítico, Joseph Warton.
Entre 1861 y 1867 Henley fue alumno de la Crypt School, escuela
de educación secundaria fundada en 1539 y que en aquellos momentos (entre 1857
y 1863) estaba dirigida por el brillante poeta y académico T.E. Brown. Aunque
breve, la relación de Henley con su profesor supuso una verdadera revelación ya que
le permitió conocer a un poeta y un "hombre de genio, el primero que había
visto nunca". Este fue el comienzo de una amistad para toda la vida.
Desde la edad de 12 años le había sido diagnosticada una
artritis tuberculosa que a menudo le impedía acudir a la escuela y que años
después hizo necesaria la amputación de su pierna izquierda, justo por debajo
de la rodilla. El otro pie se pudo salvar gracias a una cirugía radical
practicada por el famoso cirujano Joseph Lister de la Royal Infirmary de
Edimburgo. En 1867 había logrado pasar
con éxito el examen de entrada a la Universidad de Oxford, pero a causa de esta
intervención quirúrgica se vio obligado a pasar tres años en el hospital (1873-1875),
lugar donde escribió varios poemas de verso libre con los que posteriormente se granjeó una importante reputación.
Entre sus libros de poemas destacan “A Book of Verses”
(1888), donde publicó por primera vez uno de los poemas que había escrito en
1875, en la cama del hospital, poema que aún no tenía título, pero que posteriormente
llegaría a ser uno de sus poemas más conocidos: "Invictus”.
Otros importantes libros de poemas serán "Canción de
la espada" (1892), "London Voluntaries" (1893), "Colección
de Poemas" (1898), "Hawthorn and Lavender" (1901) y el libro
titulado "In Hospital" (1903), donde volverá a publicarse el poema,
esta vez ya titulado con esa palabra latina que denomina esta condición de
inconquistable:
INVICTUS
Out of
the night that covers me,
Black as
the pit from pole to pole,
I thank
whatever gods may be
For my
unconquerable soul.
In the
fell clutch of circumstance
I have
not winced nor cried aloud.
Under
the bludgeonings of chance
My head
is bloody, but unbowed.
Beyond
this place of wrath and tears
Looms
but the Horror of the shade,
And yet
the menace of the years
Finds
and shall find me unafraid.
It
matters not how strait the gate,
How
charged with punishments the scroll,
I am the
master of my fate:
I am the
captain of my soul.
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses si existen,
por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia,
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años,
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
Se dice que "Invictus" fue escrito como una
demostración de su capacidad de recuperación después de la amputación de su pie
debido a la infección tuberculosa. Este poema apasionado y desafiante se puede comparar
con su aceptación hermosa y contemplativa de la muerte y el morir que muestra en otro impresionante poema: "Margaritae Sorori”.
And from
the west,
Lingers
as in content,
There
falls on the old, gray city
An
influence luminous and serene,
A
shining peace.
The
smoke ascends
In a
rosy-and-golden haze. The spires
Shine,
and are changed. In the valley
Shadows
rise. The lark sings on. The sun,
Closing
his benediction,
Sinks,
and the darkening air
Thrills
with a sense of the triumphing night—
Night
with her train of stars
And her
great gift of sleep.
So be my
passing!
My task
accomplished and the long day done,
My wages
taken, and in my heart
Some
late lark singing,
Let me
be gathered to the quiet west,
The
sundown splendid and serene,
Death.
Un último gorjeo de alondra desde los cielos tranquilos;
Y desde el oeste,
donde el sol, su jornada de trabajo terminada,
persiste en sí contenido,
allí cae en la ciudad vieja, gris,
una influencia luminosa y serena,
una paz que brilla.
El humo asciende
El humo asciende
en una nube color de rosa-y-dorado. Las agujas
brillan, y se cambian. En el valle,
sombras aumentando. La alondra canta. El sol,
cerrando su bendición,
hundiéndose, y el aire oscureciendo
emociones con un sentido de la noche triunfante -
Noche con su séquito de estrellas
Y su gran don del sueño.
Así mi muerte!
Mi tarea realizada y cumplido el día,
mi sueldo recibido, y en mi corazón
alguna alondra tardía cantando,
Permítanme ser recogido por el oeste tranquilo,
La puesta del sol espléndido y sereno,
Muerte.
Este poema estaba dedicado a su pequeña hija Margaret que
murió, a los 5 años de edad, de tuberculosis, y a la que su gran amigo, el
famoso autor Sir James M. Barrie solía llamar su "fwendy-wendy",
nombre que, en su honor, inmortalizó en el personaje de Wendy de su clásico infantil “Peter Pan”.
Henley fue crítico y editor de la “Art Review” (1882-86), y en
1889 se convirtió en el editor del “Scots Observer”, una revista de Edimburgo similar a la antigua
Saturday Review que más tarde se convertiría en el “National Observer” y que
dirigió, ya desde Londres, hasta 1893. Su periódico publicó los primeros
trabajos de Thomas Hardy (1840-1928), George Bernard Shaw (1856-1950), H.G.
Wells (1866-1946) y Rudyard Kipling (1865-1936). También editó (junto a T.F.
Henderson) la edición centenaria de los poemas de Robert Burns, y fue uno de
los compiladores de un diccionario en 7 volúmenes de idiomas (1894-1904). Gracias
a su actividad editorial pudo entablar amistad con escritores y artistas de gran prestigio.
Otro de sus amigos muy cercanos fue Robert Louis Stevenson
que, inspirado en el gran tamaño de Henley, su carisma personal y su incapacitación
física, nos dejó otro legado literario en la forma de “Long John Silver”, ese
personaje de su novela, la "Isla del Tesoro" (1883), que describía como "jovial, brillante, asombrosamente inteligente, compañero de anchos hombros, con pata de palo, una muleta, una gran barba roja y una carcajada que retumba como música".
El propio Stevenson, en una carta escrita a Henley poco
después de la publicación de “La isla del tesoro” escribió: “la idea del hombre
mutilado, dominante y de voz atronadora, fue tomada totalmente de ti”.
La fuente de inspiración que ha supuesto la figura de
Henley y su poema “Invictus” no acaba aquí. Así, en la película del mismo
nombre, producida y dirigida por Clint Eastwood en el año 2009, y protagonizada
por Morgan Freeman y Matt Damon, se hace referencia al poema en varias
ocasiones.
La película cuenta los primeros años vividos en Sudáfrica
tras la abolición del sistema segregacionista del Apartheid. Años después de su
liberación en 1990, el líder activista Nelson Mandela logra llegar a la
presidencia de Sudáfrica, y desde ese puesto se dispone a construir una
política de reconciliación entre la mayoría negra, que fue oprimida en el
Apartheid, y la minoría blanca, que se muestra temerosa de un posible
revanchismo por parte del nuevo gobierno.
Para tal fin, Mandela fija su atención en la selección
sudafricana de rugby, conocida como "Springboks". Este equipo no pasa
por una buena racha deportiva y sus fracasos se acumulan; además, no cuenta con
el apoyo de la población negra, que lo identifica con las instituciones del
apartheid. Mandela se da cuenta de que la población negra asistía a los juegos
de los "Springboks" solo para apoyar a los contrarios, algo que él
recordó que también hacía cuando estaba en prisión.
Debido a que Sudáfrica sería la sede de la Copa Mundial
de Rugby de 1995, a un año de aquel entonces, Mandela decide apoyar al equipo
nacional y para ello convence a las nuevas autoridades del Comité de Deportes
Sudafricano, compuesta en su mayoría por dirigentes de raza negra, de que se
unan a él en el apoyo a los "Springboks". Mandela convoca entonces al
capitán del equipo, François Pienaar, a una reunión en la cual le señala que el
triunfo de la selección de rugby en la Copa Mundial sería un logro capaz de
unir e inspirar a una nación, y como muestra de ello, comparte con el
deportista el poema escrito por Henley que le sirvió de inspiración durante sus
años de prisión.
Henley murió el 11 de julio de 1903 a los 53 años en su
casa de Woking (cerca de Londres) y sus cenizas fueron enterradas en la tumba
de su pequeña hija Margaret, en el cementerio de Cockayne Hatley en
Bedfordshire.
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